Meciéndose suavemente,
las hojas cayendo van.
Se detienen un instante,
y siguen cayendo más.
¡Schhh, schhh, schhh!...
se oye el viento entre las ramas.
¡El otoño vino ya!
Las hojas hacen la ronda
y se ponen a jugar.
Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo, en cada vuelo, en cada sueño, en cada vida, perdurará siempre la huella del camino enseñado. Teresa de Calcuta
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